DESDE LA REDACCION CENTRAL: Hace sesenta y seis años ocurrió lo que no hubiera podido ser: las primeras expediciones iniciadas el 14 de junio de 1959 contra la férrea dictadura de Trujillo. Esas incursiones heroicas se mantienen vivas en la conciencia patriótica dominicana, donde laten como un poderoso grito de libertad y acción. Fueron un sueño patrio.
Ese día, domingo, un grupo de antitrujillistas llegó en avión desde Cuba, y se internaron en las escabrosas montañas de Constanza. Unos días después, el 19, los frentes guerrilleros se habían completado con el desembarco de otras expediciones por Maimón y Estero Hondo, en Puerto Plata.
Eran 198 en total y tenían todos el mismo fin: tumbar la cruel tiranía de Trujillo y sus villanos, criminales que oprimían al país desde 1930. La mayoría de los expedicionarios eran dominicanos, pero también los había cubanos, estadounidenses y de otras nacionalidades. Se inmolaron por la libertad dominicana. Por eso, son llamados la “raza inmortal“.
Solo seis sobrevivieron: cuatro dominicanos (Poncio Pou Saleta, Mayobanex Vargas, Francisco Medardo Germán y Gonzalo Almonte Pacheco) y dos cubanos (Pablito Mirabal y Delio Gómez Ochoa). En pocos días, los expedicionarios habían sido fulminados, al ser capturados, encarcelados, torturados y pasados sin piedad por las armas. Eso fue posible porque eran delatados y caían en las garras del terror trujillista. Eran llevados a la cárcel de la 40, donde sufrían en carne viva los horrores de la tiranía. Silla eléctrica, latigazos, vejaciones cruentas…
Los expedicionarios vivieron la máquina del terror, confinados en las mazmorras y ergástulas del trujillato infame. Algunos, inclusive, eran lanzados desde el aire sobre la pista de aterrizaje de la Base Aérea de San Isidro. A otros les sacaban las uñas o caían en los paredones de fusilamiento.
La propaganda trujillistas les llamaba “invasores”, con la carga burda que tiene esa palabra. Cuando caían, se alegraban y lo anunciaban con sorna a través de la radio. El régimen se regodeaba en su propia maldad. Claro que sufrieron una aplastante derrota militar, pero despertaron la conciencia dormida de los jóvenes más valientes y osados, que se organizaron internamente, asumieron el programa de los expedicionarios y arriesgaron el pellejo en lucha contra Trujillo.